Soy una chica corriente, con una vida corriente, con amigas corrientes y con problemas corrientes. Me llamo Sofía Muller y ésta, no es mi historia.
Hace aproximadamente 7 años entré en una cancha de voley con el fin de divertirme con esa extraña pelota de colores. Simplemente era algo más en mi vida, los martes y jueves 1 hora delante de la red intentando que la pelota pasase al otro campo (algo que me resultaba imposible a esa edad y sobre todo a ese peso)
Poco a poco, con el paso del tiempo, el apoyo de mi papá y siendo sinceros con 15 cm más, me empezó a gustar.
Sin darme cuenta me pasaba dentro de la cancha 24 horas semanales y asombrosamente la pelota pasaba al otro campo. Aunque 24 horas solo es un séptimo de mi semana, el voley ocupaba las 24 horas diarias de mi mente.
En definitiva soy jugadora de voley, viviendo un campeonato casi eterno, con amigas a partir del 1.80 y con problemas bastante distintos.
- A los 15 cuando a todas mis amigas las retaban por llegar tarde el sábado a la noche, a mí me retaban por jugar al voley en el salón.
- A los 16 las chicas no quieren ver más a sus papas y yo deseaba volver a mi casa para verlos.
- A los 17 la gente estudia para selectividad y yo estaba en Suiza jugando el clasificatorio para el Campeonato de Europa.
- A los 18 los universitarios salen de miércoles a sábado y yo entreno de martes a domingo.
- Y hoy, a los 19 me voy a vivir a Barcelona con el fin de jugar al voley.
Todos tenemos nuestras particularidades y una de las mías es esta.